Esta fascinante región tiene una indiscutible influencia francesa mezclada con el encanto italiano: cada pueblo de las colinas está bendecido con sus propios vinos, cada bodega ofrece una cornucopia de deliciosas alternativas, todas cultivadas con pasión en este paraíso para los amantes del vino.
La comida es sencillamente de primera: esta zona es conocida por la trufa blanca, la avellana, el chocolate y la pasta fresca. Pero hay mucho más por descubrir fuera de las prestigiosas Langhe: por ejemplo, Turín, la más noble de las ciudades italianas, con sus cafés art-nouveau, sus majestuosas plazas y sus palacios reales.